SANTO ROSARIO - CONTEMPLANDO LOS MISTERIOS DOLOROSOS
SANTO ROSARIO
Misterios Dolorosos
Juan
Pablo II:
Los
evangelios dan gran relieve a los misterios del dolor de Cristo. La piedad
cristiana se ha detenido siempre sobre cada uno de los momentos de la Pasión,
intuyendo que ellos son el culmen de la revelación del amor y la fuente de
nuestra salvación. El Rosario escoge algunos momentos de la Pasión, invitando
al orante a fijar en ellos la mirada de su corazón y a revivirlos... Los
misterios de dolor llevan al creyente a revivir la muerte de Jesús poniéndose
al pie de la cruz junto a María, para penetrar con Ella en la inmensidad del
amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora.
Primer Misterio Doloroso: La oración y agonía de Jesús en el huerto.
*
Acostumbrada a mirar el rostro de Jesús, adivinaba en él estos días que había
llegado la Hora para la cual me quería a su lado. Con la telepatía y el radar
que tenemos las madres, sin estar presente en Getsemaní, yo presentí y viví en
mi corazón las angustias atroces de mi Hijo (Padre nuestro)
1.
Llegó Jesús al Huerto de los Olivos y les dijo a los discípulos: “Sentaos aquí,
mientras yo me retiro allí a orar”. Y se llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan
(Avemaría)
2.
Comenzó a entristecerse y a horrorizarse, y les dijo: “Me siento anegado en
tristeza mortal. Quedaos aquí y velad conmigo”.
3.
“Se apartó un poco y comenzó a orar”. Yo no estaba con Jesús. Pero, sin saber
por qué, aquella noche oraba yo también intensamente.
4.
Los tres que estaban cerca le oían decir: “Padre, aparta de mí este cáliz, sin
que yo lo beba. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
5.
El pobre Jesús no podía más, “y se le apareció un ángel que le confortaba”:
¡Animo, Señor! Es por la salvación de los hombres tus hermanos...
6.
Entrado en agonía, oraba más intensamente aún. Porque en la oración se
encuentra la fuerza para todo, y Jesús la necesitaba como los demás.
7.
El dolor comenzaba a ser inaguantable, “y se le produjo un sudor de sangre, que
a grumos se deslizaba sobre la tierra”.
8.
Buscó consuelo en los tres amigos, que dormían: “¿No habéis podido velar una
hora conmigo? Vigilad y orad, para que no caigáis en tentación”.
9.
Llegó por fin la chusma, capitaneada por Judas, que le dio el beso más traidor.
¡Dios mío! ¿A mi Hijo Jesús se le podía besar así?...
10.
Entonces se le echaron encima, lo ataron fuertemente como a un criminal de
cuidado, y se lo llevaron preso para ser juzgado por Anás y Caifás.
* Si
era el momento del poder de las tinieblas, era también la Hora de mi Hijo, que
cargaba con el pecado del mundo para salvar a los hombres sus hermanos (Gloria al Padre)
*
Tampoco presencié la escena horripilante de los azotes. Pero los amigos más
íntimos me iban trayendo las noticias angustiosas de aquel día.
1.
Bien atado Jesús, fue entregado por los de la Asamblea a Pilato, al que poco le
importaban las cuestiones religiosas de los judíos, y le preguntó lo que le
insinuaron los jefes del pueblo: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.
2.
Jesús contestó sereno, sabiendo que firmaba su propia sentencia: “Sí, yo soy
rey. Aunque mi reino no es de este mundo”.
3.
Pilato reconoció la inocencia de Jesús: “Yo no encuentro culpa en él”. Pero,
cobarde, no se declaraba en su favor.
4. Y
añadió el procurador, con justicia irracional: “Le voy a escarmentar, para que
vaya con cuidado, y después lo soltaré libre”.
5.
Contra toda su conciencia, “tomó entonces Pilato a Jesús y lo mandó azotar”.
6.
Yo quedé horripilada al enterarme de todo. Hicieron en Jesús una verdadera
carnicería, tan propia de la flagelación romana.
7.
Se cumplió entonces, más que nunca, lo
dicho por el profeta Isaías: “Yahvé descargó sobre él las culpas de todos
nosotros”. “Nosotros lo vimos azotado, herido de Dios y humillado”.
8.
Seguí pensando en Isaías: “Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por
nuestras culpas. Fue oprimido, y él no abrió la boca”.
9.
Convertido todo su cuerpo en un amasijo de carnes sanguinolentas, sin que le
quedara parte sana, mi Hijo lo sufrió todo con paciencia indecible.
10.
“Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus terribles heridas hemos
sido curados”, seguía diciendo el profeta. ¡Cuánto le costó a Jesús la
salvación de sus hermanos!
*
Después en el Calvario, al ver destrozado el cuerpo de Jesús, pude medir los
horrores de la flagelación. Aquello tuvo que ser horrible...
* En
el Calvario también, pude ver perforada como una criba la cabeza de Jesús por
las espinas. Después del dolor despiadado, sufrió Jesús la humillación más
degradante. Herodes lo había vestido de loco, y ahora la soldadesca lo coronaba
rey de burla.
1.
Los soldados lo llevaron dentro del pretorio, lo desnudaron y le echaron encima
un manto viejo de púrpura.
2. Trenzaron
una corona de espinas largas, punzantes, de las que abundan en el valle Cedrón,
y se la pusieron bien apretada en la cabeza.
3.
Por cetro, le colocaron en la mano derecha una caña seca, con lo que venían a
decirle lo vacío y trasnochado que era su reino.
4.
Arrodillándose ante él, le saludaban burlonamente, diciendo: “¡Salve, rey de
los judíos!”.
5.
Le escupían, y le golpeaban con la caña la cabeza. Todo resultaba grotesco. La
humillación de Jesús no tenía nombre.
6.
Otra vez pienso en Isaías: “Despreciable y un deshecho de hombre... como uno
ante quien se esconde el rostro..., despreciable, y no le tuvimos en cuenta”.
7.
Jesús fue sacado ante todo el pueblo, “llevando la corona de espinas y el manto
de púrpura”.
8.
Pilato, burlón, o con ganas de salvarlo, ¡qué sé yo!, dijo: “¡He aquí el
hombre!”.
9.
Pero oyó por toda respuesta: “¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo, crucifícalo!”.
10.
Renegando del Rey que Dios les daba, los dirigentes del pueblo no quisieron más
rey que al César.
*
Sin embargo, Dios es fiel, y es verdad lo que Dios me había dicho por el ángel:
que mi Hijo reinaría sobre la casa de Jacob eternamente. Un día el pueblo de
Israel será todo de Dios y de su Cristo.
Cuarto Misterio Doloroso: Jesús con la cruz a cuestas.
*
Pilato se rindió cobarde. Y, soltando libre a Barrabás, les entregó a Jesús
para que lo crucificaran.
1.
Le quitaron el manto de púrpura, le pusieron sus propios vestidos y lo sacaron
fuera camino del Calvario.
2.
“Llevaban también a dos malhechores para crucificarlos con él”. Y su aparición
en la calle fue recibida con un griterío enorme, con burlas, risas y escarnios
los más soeces.
3.
Agotado como estaba, se caía en tierra. No pudo más, y los soldados obligaron a
Simón de Cirene a cargar con el patíbulo de Jesús.
4.
Le seguía por entre las calles una gran muchedumbre de pueblo, llorando unos,
pero la mayoría gritando salvajemente...
5. A
las buenas mujeres que lloraban y se lamentaban, les fortaleció Jesús: “¡No
lloréis por mí! Llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque si en
el leño verde se hace esto, ¿qué no se hará en el seco?”...
6.
Enterada yo de todo, me dispuse a seguir a mi Jesús. Me destrozaba el dolor,
pero, en su Hora, tenía que estar yo a su lado. Debía ser digna madre de mi
Hijo.
7.
Llegada la comitiva al Calvario, desnudaron completamente a Jesús a la vista de
todos. ¡Qué comentarios tan groseros hubo de sufrir, con lo delicado, fino y
pudoroso que siempre fue!
8. El creyente se dispone a revivir la muerte
de Jesús y llega hasta el pie de la cruz junto a mí, para penetrar conmigo en
la inmensidad del amor de Dios a los hombres.
9.
En el llevar la cruz, Jesús nos tomaba la delantera a todos nosotros. Y yo fui
la primera en seguirle hasta el fin.
10.
Porque era y es necesario pasar por muchos padecimientos antes de entrar en la
Gloria, y Jesús se ponía al frente, como jefe de la fe.
*
Desde entonces, la cruz, aunque pese, ya no espanta. Sufrir sin Jesús es
intolerable. Pero sufrir con Él y por Él es salvación.
Quinto Misterio Doloroso: La crucifixión y muerte de Jesús.
*
Clavado Jesús en el patíbulo, fue alzado en alto, como bandera que Dios
levantaba ante todos los pueblos. Allí me presenté yo, destrozada de dolor,
para mantenerme firme junto a la cruz de mi Hijo.
1.
Burlas, risas, denuestos, blasfemias, palabras soeces..., todo le decían
mientras Él soportaba los padecimientos indecibles de la cruz.
2. Pero Jesús pagaba con el perdón tanta
injuria: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
3.
Uno de los dos ladrones fue su primera conquista. ¡Con qué emoción le oí decir
a Jesús: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”!...
4.
Jesús me declaraba a mí en Juan la Madre de todos los redimidos: “Mujer, ahí
tienes a tu hijo... Juan, ahí tienes a tu madre”. Yo os acepté a todos, hijos
de mi amor y de mi dolor.
5.
Los dolores de Jesús debían ser inimaginables, cuando le oímos aquel grito
desgarrador: “Padre, ¿por qué me has abandonado?”...
6.
Consumido por la fiebre, y ardiendo en deseos de amor, expresó su doble sed con
aquel grito lacerante: “¡Tengo sed!”.
7.
Después de mojar sus labios en el agua y vinagre que le alargó el soldado con
un hisopo, viendo cumplidas todas las profecías, dijo unas palabras que eran
casi de triunfo: “¡Todo se ha cumplido!”.
8.
Su faz lívida y su respiración ya casi apagada, hacían prever el instante
supremo. Al final, lanzó un grito conmovedor: “¡Padre, en tus manos encomiendo
mi espíritu!”.
9. E
inclinando la cabeza, expiró. Jesús entraba en el reino de la muerte, mientras
que yo lloraba silenciosa y amargamente.
10.
El soldado que con su lanza atravesó el costado y rasgó el corazón de mi Hijo,
me dejó a mí partida de dolor. Y en el rostro deshecho de Jesús aprendí a ver
el rostro de todos los hijos e hijas míos que sufren y que Él me confió desde
la cruz.
*Descendido
del patíbulo, y puesto en mis brazos, lo entregué a los amigos fieles, que lo
depositaron en el sepulcro. Comenzaba mi soledad de horas inacabables...
Descarga a tu dispositivo móvil "El Rosario narrado por María", del Padre Pedro García, Misionero Claretiano, dando click al siguiente enlace:
SANTO ROSARIO, NARRADO POR MARÍA. Para meditar, contemplar los Misterios del Santo Rosario, acompañados de María, nuestra Madre. Este material llega a tus manos, gracias a Dios y al trabajo realizado por el Padre Pedro García, Misionero Claretiano. Un libro que nace, antes que en la Imprenta, en Radio Estrella, en Guatemala. Doña Clara Luz Estrada, hace el doblaje de María. Este trabajo estuvo bajo la supervisión del venerado Padre Narciso García Garcés, Q.E.P.D., fundador de la Sociedad Mariológica Española. “Tú eres el que hizo para el pueblo aquel trabajo tan bonito sobre la Virgen”, le dijo al Padre Pedro, cuando lo visitó enfermo, poco antes de morir.
Imagenes: http://rosarioperpetuo.com.ar y extraídas de Google
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